
Estimados compresbíteros.
Los archiveros diocesanos funcionan con la precisión necesaria para constatar que hace 25 años recibí la ordenación sacerdotal de manos del hoy Beato Juan Pablo II en la Basílica Vaticano como presbítero de la diócesis de Tenerife.
Tras estos años el tiempo no perdona y siento el decaer natural de las fuerzas que entonces ostentaba. También percibo y percibimos todos la pérdida de presencia y fuerza de nuestra Iglesia en esta sociedad. En estos años he visto el cansancio, el desánimo y, con dolor, incluso el abandono del ministerio de algunos compañeros sacerdotes. Pido perdón todos los días porque no soy mejor que ellos.
Nunca pensé que mi vida de sacerdote iba a ser así.
Amigos, ¿qué he ganado yo en estos 25 años? Me he hecho más viejo, con achaques que antes desconocía, y de graduarme en el Pontificio Instituto Bíblico acabé enseñando los Diez Mandamientos y el Padrenuestro a jovencitos traviesos. ¿Qué he ganado?
He ganado lo único que merece la pena ganar: he crecido en la certeza de Cristo de tal modo que puedo afirmar que la realidad no me ha defraudado en todos estos años. ¡La realidad nunca me ha defraudado! Esto me ha salvado de mí mismo y de la tentación del poder y del éxito, tan habitual entre nosotros como nos está advirtiendo el audaz Papa Francisco. Hoy me siento mucho más pobre y mucho más feliz que hace 25 años, porque sólo tengo a Cristo y la certeza que Él infunde en mi vida.
Mi agradecimiento hoy es para mis padres, para el Seminario y para el Movimiento Comunión y Liberación. Para mis padres porque me transmitieron la fe. Para el Seminario y todos sus formadores porque vencieron mi rebeldía temperamental para darme la forma de sacerdote diocesano. Para Comunión y Liberación porque a través del carisma me hizo vivir y vibrar con lo que había recibido en la familia y en el Seminario.
Todos los días recito, al salir o entrar de casa, un poema de Ada Negri, que repito hoy con vosotros para que lo hagamos nuestro:
... la inefable certeza
de que todo fue justo,
hasta el dolor,
todo fue bien,
hasta mi mal,
bien de que para mí
Tú fuiste y eres todo.
Gracias.
Gracias.